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La obsolescencia tecnológica: cómo afecta a la informática y qué podemos hacer al respecto

Los avances e innovaciones se producen a un ritmo cada vez mayor. Las redes de comunicaciones globales, los dispositivos móviles y el abaratamiento de la capacidad de procesar y almacenar datos han supuesto una verdadera revolución. Por supuesto, estos no son los únicos avances espectaculares que la humanidad ha desarrollado en las últimas décadas, pero sí los que más influyen en un sector especialmente vinculado con el cambio tecnológico, como es el de la informática, y al que acecha siempre la obsolescencia tecnológica.

Esta obsolescencia se da en el hardware que utilizamos, por la aparición de procesadores más eficientes, nuevas tecnologías de almacenamiento como SSD, etc. También en el software, por incompatibilidad de los programas con nuevos sistemas operativos. O por drivers propietarios de dispositivos propietarios cuyos fabricantes dejan de publicar, entre otras cosas. Entre las principales causas de obsolescencia tecnológica, podemos encontrar la seguridad, las nuevas posibilidades que ofrecen tecnologías de reciente aparición y el software desarrollado para entornos obsoletos. ¿Cómo puedes evitarla y en qué te puede afectar? Te lo mostramos.

La seguridad como motivo de obsolescencia tecnológica

El primero de los motivos para que aparezca la obsolescencia tecnológica es la seguridad. Un sistema informático anticuado puede seguir funcionando y siendo útil durante muchos años después de que algunos de sus componentes dejen de recibir soporte. Sin embargo, es probable que esto implique asumir riesgos en materia de seguridad. Algunos de estos peligros pueden neutralizarse y mitigarse. Pero otros seguirán ahí.

Alargar la vida de este tipo de sistemas puede ser contraproducente. No solo por los riesgos que asumirás, sino porque el coste de mantenerlos en marcha puede ser elevado. En todo caso, la inversión en tecnología actual será más interesante. Además, que el sistema siga en marcha no solo depende de que lo mantengas adecuadamente. En el momento en que algún recurso externo exija un protocolo de seguridad incompatible con tu software, dejarás de poder conectarte a este.

Obsolescencia tecnológica causada por las nuevas tecnologías

Las centralitas telefónicas que permiten solicitar un taxi siguen existiendo. Sin embargo, su uso es cada vez más reducido. La mayoría de usuarios prefieren utilizar una app que les muestra en tiempo real la ubicación del vehículo y calcula la hora a la que llegarán a su destino en función del tráfico actual. Además, estima cuánto costará la carrera.

Algo parecido sucede con muchas tecnologías que siguen siendo perfectamente válidas. En comparación con las actuales, parecen cosa del pasado. Si tu empresa compite con otras que han adoptado tecnologías móviles, Big Data y soluciones basadas en datos (data-driven), estarás en desventaja.

Esto puede ser especialmente acusado en casos en los que se emplean técnicas criptográficas si dispones de un centro de datos convencional. Probablemente, necesitarás una inversión importante en equipos dotados de tarjetas gráficas muy potentes, ya que son sus procesadores gráficos (GPU) los idóneos para este tipo de aplicaciones. Tal vez no es el caso actual de muchas compañías, pero con tendencias como la del uso de blockchain en diferentes aplicaciones, poco a poco van imponiéndose nuevas formas de computación en sectores en los que hasta hace poco era impensable que lo hicieran.

Obsolescencia tecnológica del entorno de software

Algunos programadores veteranos se enorgullecen de que el código que desarrollaron hace muchos años sigue funcionando como el primer día. Además, la empresa que lo explota no se plantea cambiarlo. Es cierto que un buen diseño de software puede resistir el paso del tiempo. A fin de cuentas, es una cuestión de arquitectura, y un edificio bien diseñado llega a durar siglos. Sin embargo, el software puede empezar a fallar por los propios cimientos, así que hay que estar atento a las señales y a los motivos que puedes tener para cambiarlo. Hay que tener en cuenta que un código de mucha calidad escrito para una versión obsoleta del lenguaje, o que solo puede ejecutarse en versiones antiguas del sistema operativo, es una bomba de relojería.

Si ese es el caso, es probable que el problema no esté tanto en la propia aplicación como en el entorno: adaptar la aplicación para que funcione en un sistema moderno cuando sea necesario puede llegar a ser tan costoso como desarrollar una nueva.

 ¿Qué puedes hacer para prevenir la obsolescencia tecnológica?

Tempus fugit. Es decir, el tiempo vuela. Esto dejó escrito el poeta latino Virgilio. Ante esta realidad insalvable, poco o nada se puede hacer. La tecnología más moderna de hoy en día llegará un día a ser una antigualla, y será reemplazada por otras con ventajas inimaginables actualmente.

Sin embargo, sí que puedes tomar algunas medidas para retrasar todo lo que sea necesario ese momento, así como para adaptarte a los nuevos tiempos. En primer lugar, que la tecnología que utilices sea escalable, desde los servidores hasta el diseño del software, es siempre una buena idea. Aunque hay tecnologías que cambian radicalmente las reglas del juego, si estás preparado para los cambios previsibles en un futuro próximo, evitarás muchos posibles problemas.

Por otra parte, es necesario tener un buen mantenimiento. La estrategia de dejar que el software funcione mientras puede hacerlo sin cambios no suele ser la óptima. En su lugar, es recomendable que hagas los cambios que puedas necesitar en un futuro lo antes posible. De ese modo, contarás con más tiempo para analizar el problema y poner en marcha la solución. Aunque puede parecer un gasto innecesario, piensa que hacerlo cuando sea urgente te costará más. Muy posiblemente, la mejor solución que podrás obtener en un plazo de tiempo reducido no sea tan buena.

En este sentido, es muy importante valorar la posibilidad de usar soluciones de código abierto. Por supuesto, de disponer del código de programación de cualquier proyecto que se contrate. Esto permite seguir manteniendo un software cuyo fabricante ha dejado de actualizar. También evitar depender de la empresa que te hizo un desarrollo a medida y que, posiblemente, con el paso del tiempo no te ofrezca condiciones muy ventajosas para seguir manteniéndolo.

Por otra parte, también es necesario asumir que cualquier componente tecnológico tiene un ciclo de vida en el momento de su adquisición. Y hay que ceñirse a este lo más posible para ir renovando el parque de hardware y aplicaciones. Ya sea por la vía del mantenimiento o por la del reemplazo. Si tu empresa depende de una aplicación de hace una década, el mejor momento para actualizarla pasó hace tiempo. El segundo mejor momento para hacerlo es ahora, por lo que, ¡no esperes a que la obsolescencia tecnológica dicte sus condiciones en vez de establecer las tuyas!

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