Diferencias entre un desarrollador de software y un arquitecto de software
Los perfiles profesionales relacionados con el desarrollo de software son muy apreciados en la actualidad. Especialmente en determinadas tecnologías y lenguajes de programación. Sin embargo, más allá de las habilidades técnicas que se posean, hay distintos perfiles que, en ocasiones, se solapan. Por ejemplo, los desarrolladores de software y los arquitectos de software. ¿Quieres saber en qué se diferencian sus tareas? Descubre a qué se dedica un desarrollador software vs un arquitecto software.
Mirada a vista de pájaro
Lo primero que diferencia a un desarrollador de software de un arquitecto de software es la perspectiva desde la que observan el conjunto del desarrollo. Para un desarrollador, lo más importante es que los componentes individuales funcionen bien en todos los sentidos. Esto es, que estén libres de errores, se puedan testear, estén correctamente optimizados o cumplan con los requisitos.
Un arquitecto de software, sin embargo, se centrará más en la vista de pájaro de todo el sistema. No solo definirá cómo interactúan entre sí los módulos individuales que los desarrolladores producirán. También cuáles son estos componentes y por qué la solución propuesta es la más eficiente de entre todas las posibles.
Decisiones antes del desarrollo o durante el mismo
Cuando pensamos en un arquitecto de software vs un desarrollador de software tenemos que tener en cuenta que, en el caso del primero, muchas de sus decisiones, generalmente las más críticas, se toman mucho antes de tirar una sola línea de código.
Entre estas decisiones, una de las más importantes es qué tecnologías se emplearán para desarrollar el proyecto. Así, si considera que la forma de llevar a cabo determinadas especificaciones se adapta mejor a un framework o lenguaje de programación determinados, esto afectará de forma decisiva a todo el proyecto. E incluso a la selección de los desarrolladores que lo implementarán.
Además, la arquitectura elegida será crítica también en cuanto a los recursos técnicos y los perfiles profesionales para administrarlos en cuanto a bases de datos, redes y otros requisitos técnicos. Como el uso de contenedores Docker o Kubernetes.
Esto afectará también al funcionamiento del equipo de trabajo. Por ejemplo, un proyecto monolítico podrá necesitar integrar a todo el equipo de forma que conozcan el funcionamiento de la aplicación completa. Mientras tanto, en uno con arquitectura basada en microservicios pueden coexistir diferentes equipos, con autonomía funcional. Y sin que ninguno tenga la visión de conjunto de la aplicación. Esta tarea corresponderá a otros perfiles, como el del propio arquitecto de software o incluso la persona responsable de QA.
Arquitecto de software vs desarrollador de software: conocimientos técnicos
Aunque, en algunos casos, los desarrolladores de software disponen también de formación en estas áreas, para el arquitecto de software es vital tener conocimientos más amplios. En muchas ocasiones, no es necesario que sea un gran experto en el lenguaje o en los lenguajes de programación, que muchas veces estarán entre los más demandados, que se van a emplear. Pero sí que conozca bien sus posibilidades y limitaciones. El motivo es que, con frecuencia, deberá colaborar con los desarrolladores para encontrar la solución óptima a un desafío técnico. Y para ello necesitará aplicar patrones de diseño o soluciones creativas.
En lo que sí debería estar muy versado es en el uso de patrones de diseño. Esto le permitirá llegar a soluciones óptimas, muy probadas y que, además, cuentan con la ventaja de ser conocidas por muchos desarrolladores de software. Gracias a esto podrá abstraerse de los detalles de la implementación.
Además del diseño conceptual, el arquitecto de software se diferencia del desarrollador de software en que también debe preocuparse de todos los elementos con los que la aplicación tendrá que interactuar una vez en producción. Esto incluye todo tipo de bases de datos. Tanto las clásicas bases de datos relacionales como las de tipo NoSQL. Por ejemplo, MongoDB.
Por ese motivo, deberá conocer las diferentes soluciones posibles y cuándo utilizar cada una. Actualmente, es muy común disponer de varios motores de bases de datos y aprovechar las fortalezas de cada uno de ellos. Esto implica que las arquitecturas sean más complejas. Y que permitan, por ejemplo, el acceso a datos que pueden encontrarse en distintos servicios y a los que se debe acceder de la misma forma. Tanto por parte del usuario como del programador de determinadas capas de la aplicación.
Pero el arquitecto de software no solo debe pensar en abstracciones conceptuales que implementarán los desarrolladores. Las aplicaciones también interactúan con servicios externos mediante APIs y su integración debe de preverse en varios aspectos. No es suficiente con desarrollar software capaz de conectarse a estas para enviar y recibir información. Además, en muchos casos hay criterios de rendimiento o de coste, y algunos proveedores utilizan una modalidad de pago por uso. Esto hace recomendable disponer de estructuras intermedias que accedan a los servidores remotos solo cada cierto tiempo.
Además, como la arquitectura de una aplicación moderna puede complicarse notablemente, es muy frecuente que el arquitecto de software tenga que conocer bien tecnologías de contenedores. Con ellas podrá diseñar soluciones complejas. Y en muchos casos, capaces de ser escaladas bajo demanda añadiendo instancias de un tipo de nodo. También es una tendencia importante que los desarrollos funcionen bajo criterios de integración continua. Por lo tanto, la aplicación debe de tener en cuenta este requisito. Estas tareas, probablemente, recaerán en la figura del DevOps. Pero también estarán sujetas a un diseño previo.
Arquitecto de software vs desarrollador de software: figuras complementarias
Como verás, aunque en muchos equipos ambos se implican en el desarrollo, las tareas de un arquitecto de software vs un desarrollador de software son bastante más amplias. En general, el arquitecto estará menos pendiente del detalle de la implementación. Es decir, del “cómo”. De ello se encargará un desarrollador. Y estará bastante más pendiente de las ideas generales. Esto es, del “qué hacer”.
No obstante, ni el más capaz de los profesionales puede prever todos los detalles de una aplicación relativamente compleja. Entre otras cosas, porque las propias especificaciones pueden cambiar durante el desarrollo. Bien porque se produce algún imprevisto, bien porque el cliente aporta alguna nueva necesidad durante el proceso que debe de incorporarse. Además, la visión de detalle del desarrollador puede aportar información valiosa. Con ella podrás contribuir a la mejora de aspectos del diseño general de la aplicación. En este sentido, la flexibilidad y capacidad de adaptación son otras de las capacidades que debe de tener el arquitecto de software. En este caso, compartida con el desarrollador.
Como verás, aunque el papel del desarrollador de software y el del arquitecto de software en la creación de herramientas y aplicaciones son distintos, en realidad son complementarios. Pero con frecuencia no se les distingue adecuadamente. Esto lleva a confusiones al encargar un proyecto de software, salvo si se cuenta con expertos en el diseño y desarrollo de software. Estos se encargan siempre de dar a cada profesional su papel. ¿El resultado? Una planificación y desarrollo de programas óptimos. Así que, si necesitas desarrollar una app o un programa, contrata siempre los servicios de expertos en desarrollo.
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